En los pacientes con hemofilia, se suele acordar que todas las vacunas de rutina deben administrarse en el momento adecuado siguiendo las directrices nacionales. El principal riesgo asociado a las inyecciones intramusculares es el desarrollo de hemorragias en el músculo, que pueden dar lugar a la aparición de inhibidores, mientras que la inyección subcutánea aumenta el riesgo de efectos secundarios locales (edema, eritema, picor y formación de granulomas), especialmente en el caso de las vacunas que contienen adyuvantes.
En un estudio realizado el año pasado, el grupo de la Red Pediátrica Europea para el Manejo de la Hemofilia (PedNet) no encontró ninguna asociación entre las vacunas administradas, antes o después de la exposición al Factor VIII, y el desarrollo de inhibidores en pacientes no tratados previamente.
Si la elección de la vía de administración subcutánea puede limitar las complicaciones hemorrágicas y el uso precoz del tratamiento antihemofílico, parece por tanto posible utilizar también la vía intramuscular para la administración de vacunas en pacientes con hemofilia. Para minimizar el riesgo hemorrágico, esta elección podría ir acompañada de recomendaciones prácticas como la administración en las primeras horas del día —para permitir el seguimiento mediante la observación de los padres— utilizando la aguja de menor calibre posible, en una zona de fácil compresión, en colaboración con el médico de cabecera o el pediatra, con una compresión prolongada (al menos 10 minutos) sin frotar.
Sin embargo, todavía se necesitan más estudios para examinar el desarrollo de inhibidores en la vacunación intramuscular, que nunca se ha estudiado específicamente.
Fuente
- Audrey Hochart and Sandrine Meunier, Intramuscular vaccination of haemophiliacs: Is it really a risk for bleeding?, Haemophilia. 2019;00:1–2., DOI: 10.1111/hae.13808