La hemofilia adquirida es una rara enfermedad autoinmune que, mediante la producción de autoanticuerpos contra el Factor VIII, inicia una grave predisposición a las hemorragias. El reconocimiento precoz es fundamental, ya que una terapia temprana dirigida a lograr la hemostasia y erradicar los inhibidores puede salvar la vida.
Varios estudios sobre la hemofilia adquirida no han abordado el problema del retraso en el diagnóstico, y los únicos datos al respecto se han publicado en el Registro Europeo de Hemofilia Adquirida (EACH2). Los autores descubrieron que la mayoría de los pacientes llegaban al diagnóstico en la primera semana tras el inicio de la hemorragia, con un promedio de 3 días, y que el retraso en el diagnóstico tenía un impacto significativo en el intervalo entre el inicio de la hemorragia y el comienzo del tratamiento hemostático.
Una de las causas de retraso en el diagnóstico de los pacientes es el uso de un tratamiento anticoagulante, al que se culpa fácilmente de la hemorragia inicial.
Otros aspectos del retraso diagnóstico están relacionados con las pruebas de coagulación. De hecho, el 35% de los pacientes no se someten a una prueba de coagulación de referencia cuando acuden a los centros médicos en sus primeras visitas por hemorragias.
El retraso en el inicio del tratamiento hemostático en la fase hemorrágica aguda de la hemofilia adquirida se asocia a períodos de tiempo hemorrágico más largos y a mayores necesidades a lo largo de la enfermedad. De hecho, los pacientes con más de un mes de retraso en el diagnóstico requieren un número significativamente mayor de días de terapia hemostática.
Fuente:
- J. Pardos-Gea et al. Diagnostic delay in acquired haemophilia: Analysis of causes and consequences in a 20-year Spanish cohort, Haemophilia. 2018;1–3. DOI: 10.1111/hae.13499