Además de las manifestaciones clínicas, las personas con hemofilia deben enfrentar problemas psicosociales, como la incertidumbre, la restricción social y el desempleo, que también se han asociado a trastornos emocionales. Por lo tanto, las directrices actuales para la atención óptima de la hemofilia establecen como prioridad la promoción de la salud psicosocial, junto con la prevención de las hemorragias y el tratamiento de las complicaciones.
En un estudio reciente, se encontraron respectivamente síntomas significativos de ansiedad y depresión en el 36,3% y el 27,5% de los pacientes con hemofilia considerados.
Los resultados mostraron una proporción considerable de participantes con síntomas importantes, y la asociación de ansiedad y depresión con los resultados clínicos y psicosociales. También se reveló que la situación profesional, la actividad física, la interferencia del dolor y la percepción de consecuencias negativas relacionadas con la hemofilia estaban relacionadas con el aumento de la sintomatología.
Dadas estas asociaciones, e independientemente de si el malestar emocional es causa o consecuencia de los problemas de la enfermedad y el tratamiento, una estrategia prometedora para mejorar los resultados de la hemofilia sería precisamente la gestión eficaz del malestar emocional experimentado por los pacientes. Por lo tanto, una evaluación psicológica exhaustiva, que incluya la detección adecuada de ansiedad y depresión, sería óptima en el tratamiento de la hemofilia, para lograr un enfoque más sistémico y una atención integrada.
Fuente:
- Pinto PR, Paredes AC, Moreira P, et al. Emotional distress in haemophilia: Factors associated with the presence of anxiety and depression symptoms among adults. Haemophilia. 2018;00:1–10. https://doi.org/10.1111/hae.13548