En los últimos años, el tratamiento de la hemofilia se ha vuelto cada vez más multidisciplinario, es decir, dirigido por numerosos profesionales que combinan sus habilidades para tratar la enfermedad desde diferentes perspectivas. Ortopedista, fisioterapeuta, dentista e inmunólogo son algunos de los profesionales que hoy en día trabajan regularmente junto al hematólogo, es decir, el especialista en enfermedades de la sangre, en el manejo de la salud general de un paciente con hemofilia.
Sin embargo, cuando una mujer padece trastornos de la coagulación, como en el caso de la hemofilia, es esencial la participación activa de otro especialista: el ginecólogo. De hecho, durante su vida, la mujer está expuesta a un riesgo mucho mayor de hemorragia que el hombre, debido a algunas condiciones que afectan la salud reproductiva. Además de las circunstancias fisiológicas, como el ciclo menstrual, el embarazo y el parto, que sin duda requieren precauciones específicas, hay algunas enfermedades del sistema reproductivo femenino que están asociadas a una alta tasa de hemorragias. Algunos ejemplos son la endometriosis y los quistes hemorrágicos, que afectan principalmente a las mujeres en edad de procrear, así como los fibromas, los pólipos y la hiperplasia endometrial, que son más frecuentes en la menopausia. En algunos casos, las mujeres con hemofilia pueden producir niveles extremadamente bajos de factor VIII, comparables a los de los hombres hemofílicos, y por lo tanto están expuestas a un alto riesgo de hemorragias. Por esta razón, si usted tiene hemofilia, siempre debe informar a su ginecólogo, quien tomará las precauciones necesarias para evitar todas las condiciones que puedan suponer una amenaza para la salud, trabajando con un Centro de Hemofilia si fuese necesario.
Fuente:
Kadir R.A. et al. Obstetrics and Gynecology: Hemophilia. Textbook of Hemophilia, 2014. Chapter 46:335-344